Pocas cosas suelen ser más épicas que una búsqueda de tesoros. Piratas. Nicholas Cage infiltrándose en la casa blanca. Indiana -fucking- Jones. La idea de encontrar un objeto valioso que pueda cambiarnos la vida para, vivir como reyes, magnates, o dictadores de algún país pequeño, acompañado por esa sensación de ¡lo encontré yo, no tú, no la maldita CIA! ha sido uno de los mayores anhelos. No tanto por hacer un avance antropológico… si no por el jodido dinero.
Presentando: The Secret

Con una tapa salida de alguna portada de libro de rol y con dibujos tan crípticos que podrían haber sido soñadas en una puta pesadilla, The Secret, publicado en 1982, cuenta la historia de la «Gente Justa» (duendes, hobbits, hadas, trasgos, gnomos), que habitando la Selva Negra europea, emigraron al continente americano (léase: Estados Unidos) al ver sus supuestas casitas de barro y hongos huecos destrozadas por la creciente Revolución Industrial, llevándose sus tesoros y escondiéndolos en el nuevo mundo. Lamentablemente para Los Pitufos y compañía, bueno, digamos que la industrialización llegó a todo el mundo, desplazándolos de este universo para siempre, pero no sin dejar atrás sus mágicos tesoros.

Hasta aquí, todo parece ser un libro de niños que pasa sin pena ni gloria. pero hay una vuelta de tuerca: Los tesoros, asegura el autor, Byron Preiss, realmente existen. ¿Cómo puede alguien estar tan seguro? Porque el viejo Preiss viajó por todo Estados Unidos escondiendo tesoros el mismo. Al final del libro, se encuentran doce imágenes crípticas que tal vez se puedan ver en un sueño con ácido lisérgico, pero al ser emparejados con el poema indicado de los doce también presentes en el libro, aparte de prestar una atención al detalle digna de Rain Man, se pueden descifrar pistas suficientes como para encontrar uno de los cofres escondidos. Estos cofres, aparte de estar adornados con doce gemas representativas de estos monstruitos, pueden ser redimidos por unos escasos 15.000 dólares.

La idea es fascinante. Según el libro, la «Gente Justa» utilizó los barcos de los distintos buques inmigrantes para llegar a Estados Unidos, lo que significa que cada imagen también está relacionada con una corriente inmigratoria. Situándonos en la década del ’80, donde Tío Google aún no nacía y Jorge Wikipedia todavía tenía el negocio de un restaurante, cualquier persona que quiera participar en la búsqueda tendría que recurrir a bibliotecas, hablar con viejos, visitar museos y bueno, tener bastante tiempo para tratar de combinar qué poema se relaciona a qué imagen, y revelar todos los acertijos que posee: Tomando como referencia los únicos hallazgos, CADA DETALLE, CADA PUTO PLIEGUE, GRIETA, ESTÁ RELACIONADO.
Sin embargo, hay un problema. ¿Todo suena muy divertido y excitante, no? El detalle es que Byron Preiss escondió tan pero tan bien sus cofres, que hasta el día de hoy solo se han descubierto tres. Tres en treinta y nueve años, o uno cada trece años, para los expertos en matemáticas. Nadie puede encontrar los malditos tesoros.

Lo cual significa que aún hay 135.000 dólares esperando a ser encontrados. Para peor, Byron Preiss se llevó el secreto de las coordenadas exactas a su tumba, ya que falleció en un accidente en 2005, y aparentemente se tomó tan en serio su trabajo, que no le contó a nadie. Nadie, ni a su mujer. Lo interesante es que en 2014, The Secret volvió a ser publicado, bajo la leyenda «La Cacería Continúa»
Tal vez sea un mero intento de tratar un último manotazo de ahogado para sacar una moneda extra, pero teniendo en cuenta que el tercer cofre, desenterrado el año pasado, necesitó una grúa para sacarse, es evidente que hay un montón de pseudo-Harrison Fords aún buscando.